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| Las objeciones desde el Vaticano giran en torno de la compra y venta de inmuebles pertenecientes a la principal arquidiócesis del país. El Papa Francisco decidió auditar la gestión de su amigo Poli. |
San Juan 10:06 1/6/2022
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Desde los últimos meses, la polémica rodea a la Iglesia argentina: es por un proceso de auditoría ordenado por el Papa Francisco desde Roma por un supuesto manejo discrecional en la venta y alquiler de propiedades del Arzobispado porteño.
Según detalla el sitio Realpolitik, las operaciones de cinco propiedades dejó al descubierto una trama de negocios “descuidados” y falta de transparencia y controles.
Las operaciones realizadas pertenecientes a la curia porteña dejó al descubierto una trama de negocios “descuidados” por parte del arzobispado y falta de transparencia y controles, lo que terminó en una fraterna “auditoría vaticana”.
El Papa Francisco, ex arzobispo de Buenos Aires, decidió auditar no sólo a su antiguo territorio pastoral sino a la gestión de su amigo Mario Poli, a quien él mismo hizo salir de la tranquilidad de La Pampa para sentarlo en la oficina que se enfrenta a la Casa Rosada y que debe medirse anualmente en cada tedeum con el presidente de turno.
Las propiedades en cuestión son la Casa del Catequista, ubicada en Palermo (Guatemala 5674); dos enormes locales: uno el barrio de Recoleta (José Evaristo Uriburu 1141) y el otro en el que funciona la sucursal de una reconocida marca de supermercados de origen francés; un estacionamiento en la calle Rodríguez Peña 835, y 2 hectáreas en el barrio más caro de la ciudad, Puerto Madero; todos terrenos de gran valor inmobiliario y que hoy son el dolor de cabeza del cardenal Poli.
La venta, alquiler y la extensión de concesiones (como es el caso del estacionamiento, que fue prorrogada por cuarenta años a la empresa que lo venía haciendo hasta ese momento), cabe aclarar que solo en esa misma manzana hay otras dos propiedades pertenecientes al arzobispado, puso en evidencia que las mismas se habían realizado sin la autorización y control del Consejo de Asuntos Económicos y el Consejo de Consultores, ambos organismos dispuestos en el Código de Derecho Canónico para este tipo de actividades.
¿Quién autorizó estas operaciones? ¿Estaba el cardenal Poli al tanto de esto? ¿Sabían el cardenal y los obispos auxiliares que los mandatos de los consejos estaban vencidos y, por tanto, no funcionaban regularmente? ¿Por qué el Papa no citó a su amigo Poli a Roma para consultarlo por estas presuntas irregularidades antes de enviarle una auditoría? ¿Hablaron de esto en la audiencia privada que mantuvieron el Papa y el cardenal pocos días después de la visita de los auditores a Roma? ¿Quién se benefició con estos negocios?
Todas preguntas que seguramente los auditores estarán tratando de develar y otras que probablemente nunca trasciendan los herméticos muros eclesiásticos, a donde la señal de celular parece aún no llegar. Sin embargo no es la primera vez que la curia porteña se ve involucrada en raros manejos económicos.
