La felicidad al finalizar una feria, ese aplauso de cierre que caracteriza a ésta y otras ferias, como la del libro, es producto de al menos un par circunstancias.
Se podría enumerar como primera, la de alcanzar la meta de lo que siempre es una maratón vertiginosa. Segunda, que haya habido ventas. Y las hubo más de lo esperado. Eso es parte de la alegría de los galeristas y artistas.
La alegría de los visitantes, aquellos que van a este evento a refrescarse con las obras en exhibición, es ocasionada por la calidad de las mismas. Esta edición no los ha defraudado. Daremos un breve paseo por las que a nosotros nos ha parecido las más relevantes.
La obra del platense San Poggio en la galería María Casado, surrealista y desenfadada, ha acaparado la atención de los visitantes desde la apertura hasta el cierre de la feria. Cerca, en Ruth Benzacar, las obras picto-textiles de Chiachio & Giannone, dupla compuesta por porteño y cordobés, han generado revuelo.

Cosmocosa, armó su cabinet con obras del inigualable Luis Frangella, porteño que desarrolló gran parte de su obra en New York, paradigma del artista plástico de los ochentas. Una de las principales atracciones de este año fueron las performances.
Un ciclo de las más variadas expresiones perfomáticas se dieron lugar en el área del Barrio Joven y en el Performe Box, acciones vinculadas a la Bienal de esta disciplina que se viene afianzando en nuestro territorio año a año. Destacable la realizada por Inti Pujol, oriunda de Mendoza, pirotécnica y disruptiva.
Este año se destacó por la gran participación de galeristas del exterior, latinoamericanos y de otras regiones, que debutaron en esta, la más completa y variada de las últimas ediciones.
