Cada año, parte desde Los Ángeles un barco con 2.100 swingers dispuestos a despojarse y experimentar; los detalles de la propuesta en la que casi todo está permitido.
“Hay un montón de sexo en nuestros barcos”. Bob Hannaford, organizador del crucero junto a su mujer Tess, es contundente. Más allá de que el público que recibe es variado -algunos buscan experimentar, otros buscan ser observados, otros solo pasar un momento diferente- todos los que se congregan el barco saben que no hay reglas. O que, más bien, las reglas son bien distintas a las de un crucero convencional. Desde 2004 se lleva adelante la propuesta, pero su repercusión creció en el último tiempo. Son cuatro días y 2.100 pasajeros a bordo dispuestos a liberarse.
El barco parte desde Los Ángeles, pasa por Ensenada, México, y después regresa a la ciudad de origen. El evento recibe swingers y curiosos de todas partes del mundo. La próxima gran cita tendrá lugar el 3 de octubre. Su objetivo, de acuerdo con la descripción, es “expandir los horizontes sexuales de quienes se embarcan en la aventura”. A sabiendas de las dudas que pueden existir, Couples Cruise, la empresa organizadora, dedica la primera noche a hacer un tour y responder las inquietudes en torno a qué está permitido y qué no.


Desde los 530 dólares hasta los 5.000 según la exclusividad del camarote. De acuerdo a Hannaford, la propia atmósfera del crucero desinhibe a los pasajeros: “Aunque no conozcas a nadie y seas introvertido, no tenés de qué preocuparte. La gente se te acercará para entablar contacto”, dijo. “Podés conocer gente nueva en cualquier parte, pero solo acá podés intimar con 2.100 personas”, agregó.