FÚTBOL
Esta vez, el modo fue lo de menos y un River muy distinto al de siempre se instaló en la final de la Copa

La historia se escribió una vez más de rojo y blanco, pero el Millonario estuvo lejos de ser el que habitualmente despierta admiración. Boca atacó con sus armas, pero no acertó como debía y lo pagó con la eliminación.


San Juan 08:39 23/10/2019 - RedacciónSJ

¿Valen las formas? ¿De verdad? ¿Pueden analizarse cuando el pasaje a la final de una Copa Libertadores se define en un clásico que, además, repetía lo sucedido hace menos de un año? No. No importan. Aquellos que consideran que sí deberán criticar desde hoy el planteo del infalible Marcelo Gallardo, que si no se asemeja estuvo muy cerca del de su incinerado colega en el Monumental. ¿Pero cómo lanzar algún dardo a quien logró que, otra vez, un grupo de 25 jugadores salieron festejando de la casa de su eterno rival? Es imposible. Estás líneas describirán brevemente lo visto en la noche del martes. Pero jamás apuntarán contra la inexorable verdad del resultado.

Sorprendió Boca. No porque haya salido a buscarlo, pues estaba obligado. Sino por la forma. Porque encontró triangulaciones de primera para abrir la cancha y buscar su gran arma: la pelota aérea. Porque Almendra quitó, distribuyó y hasta se animó a darle al arco, para demostrar que el técnico no se equivocó al incluirlo. Porque Tevez y Abila se olvidaron de sus molestias físicas y corrieron y lucharon y corajearon y ganaron. Porque Andrada hasta jugó de líbero para que sus compañeros se adelantaran. Pero no alcanzó. Porque la pelota no entró en ese primer tiempo. Se fue apenas o tocó en las manos de Armani. O rozó otra mano y Sampaio anuló el gol de Salvio.

Sorprendió River. No porque haya salido a esperarlo, pues era lógico. Sino por la forma. Porque regaló la pelota desde el fondo y solo pudo desnivelar cuando la tocó De la Cruz. Porque cedió ese protagonismo que tanto proclama, al punto de que Casco prácticamente no tuvo incursiones ofensivas. Porque Enzo Pérez erró pases que suele acertar con los ojos cerrados. Porque su arquero hizo tiempo desde el minuto uno. Pero alcanzó. Porque la pelota no entró en ese primer tiempo.

Después, todo fue mucho más exacerbado. La búsqueda incesante de Boca. El repliegue alevoso de River. ¿Dónde quedarán ahora aquellos que ponderan el cuidado del balón y el ataque constante del equipo de Gallardo y masacran a aquellos que, en ocasiones, desprecian la pelota y resignan toda intención ofensiva? ¿Dirán lo mismo de lo que vieron anoche del flamante finalista o se escudan en que River tenía el resultado a favor y el planteo fue inteligente? En ambos casos, habrán perdido la batalla contra los resultadistas. No es el caso de quien firma. River ganó 2-1 en los 180 minutos y es justo finalista. ¿Los modos? Los modos no quedan registrados en los libros de historia. Una historia que, otra vez, se vistió de rojo y blanco.