Para situarlo en contexto, el Ferrari 250 GTO fue un deportivo fabricado entre los años 1962 y 1964, derivado del Ferrari 250 GT y nacido con el objetivo de participar en la categoría GT de competición. Pero para poder entrar en el mundo de las carreras, la FIA obligaba a lanzar al mercado 100 unidades como requisito fundamental para su homologación. Apenas se hicieron 39, pero esto no fue problema para que al final consiguiera llegar a los circuitos. Nada más que 39 unidades del Ferrari 250 GTO salieron de la fábrica del 'cavallino rampante'.
En su denominación, el '250' hace referencia a la capacidad unitaria de cada cilindro (250 cc) y las siglas GTO expresan su condición de 'Gran Turismo Omologata' (Gran Turismo Homologado). Bajo el capó, un V12 de 3 litros y 300 CV, que aún hoy es considerado uno de los más maravillosos del mundo por sus prestaciones y por la melodía que emite. Partiendo de la base de que este Ferrari es siempre especial por sus características, la cuestión es ¿por qué ha llegado a los 70 millones de dólares (unos 59,7 millones de euros) la unidad recién vendida? ¿Tan distinta puede llegar a ser como para elevar su valor a semejante cifra?
Pues la respuesta es que sí. O al menos así lo entiende quien lo ha adquirido. Y no, que nadie piense que este coche ha estado guardado en una vitrina durante décadas con las condiciones óptimas de conservación. Nada más lejos de la realidad. El Ferrari 250 GTO más caro del mundo tiene mucha batalla a sus espaldas. Es un coche que ha competido en infinidad de carreras y se conserva en estado original. Además, no ha tenido un solo accidente. Es todo esto lo que hace que resulte más atractivo a ojos de un coleccionista. Es su 'pedigree' el que eleva su precio hasta los casi 60 millones de euros. ---
Su historial de competición

Y sí, también pasó por España el coche más caro del mundo. Fue entre los años 66 y 69 cuando este 250 GTO quemó goma y gasolina en las carreras de nuestra geografía a manos de su entonces propietario Eugenio Baturone, para después tomarse un largo descanso hasta casi los años 90, cuando fue vendido al francés Henri Chambon, quien lo condujo en varios eventos de coches históricos hasta el año 1997, momento en el que pasó a ser propiedad del suizo Nicolaus Springer, que no se resistió a meterlo en circuito para disputar algunas carreras.
En 2000 pasó al garaje del alemán Herr Grohe, quien desembolsó 6,5 millones de dólares por él, aunque apenas lo mantuvo durante tres años, hasta que pasó a manos del también alemán Christian Glaesel. Y es precisamente este último quien lo ha cuidado durante los últimos tres lustros para, finalmente, desprenderse de él fijando el precio de venta en unos suculentos 60 millones de euros que su nuevo propietario, David McNeil, no ha dudado en pagar. McNeill es el presidente de WeatherTech, una conocida empresa de componentes de automóviles, además de un reconocido coleccionista de Ferraris que, suponemos, paseará orgulloso a partir de ahora su nueva adquisición.
Fuente: autoclassics.com