La cifra de las víctimas supera los 200, pero sólo ocho se animaron a denunciarlo en la Justicia; ¿qué hacía con los niños?
Una de las víctimas del abusador Gustavo Rivas, abogado entrerriano de 70 años, relató el calvario vivido en aquella época por los niños que, a cambio de un plato de comida y una ducha decente, eran sometidos sexualmente. Rivas, que compartía comisiones directivas de clubes deportivos, se valía de su posición para convocar a niños de barrios humilde por la tarde, mientras que por la noche lo hacía con los de clase media alta o media de la ciudad. Algunas de esas instituciones son El barrio del club Tigre, La Cuchilla o el Polideportivo, según relata el periodista Daniel Enz en su investigación periodística. “Era martes y jueves. Algunos chicos iban también los sábados.
Nos hacía bañar. Después había que dejar que nos hiciera sexo oral”, dijo un hombre que tiene 40 años hoy. “Ibamos a eso de las 2 de la tarde, antes de la práctica de fútbol. Nos quedaba de paso. Rivas siempre nos hacía bañar primero. Nosotros no teníamos una ducha caliente en nuestra casa. Nos bañábamos tirándonos un poco de agua fría en un tarro. Y estar en un baño como el del doctor era soñado”, sigue relatando el hombre. “Nos hacía sexo oral, nos daba plata, zapatillas o ropa y nos íbamos contentos”, cuenta, resignado. Además, detalla que en la casa comían “guiso”, mientras que “él nos daba peceto al horno”.
En algunas ocasiones, los mismos chicos de las zonas humildes eran usados por Rivas para armar escenas sexuales que observaban los de clases más privilegiadas. Ninguno de los residentes de las zonas menos acomodadas de la ciudad quiere hacer la denuncia de lo que les ocurrió cuando tenían entre 14 y 16 años. Por fortuna, fuentes cercanas a la causa advierten que, con las pruebas existentes, Rivas “está cercado”.