La revista internacional de medicina The Lancet lanzó una publicación en donde muestra el Índice de Acceso y Calidad a la Atención Médica. Entre 195 naciones, nuestro país quedó muy mal conceptuado respecto a la calidad sanitaria.
La prestigiosa revista internacional de medicina The Lancet publicó recientemente el Índice de Acceso y Calidad a la Atención Médica (IACAM) para 195 países, el cual no deja bien parada a la Argentina, cuyos niveles sanitarios están entre los peores del mundo, similares a los de países africanos. El IACAM mide la accesibilidad y calidad de los sistemas de atención médica, basándose en las tasas de mortalidad de 30 enfermedades “base” que son perfectamente curables. La lógica dice que si un país tiene “alta mortalidad” en éstas, entonces implica un mal funcionamiento del sistema de salud ya que no resuelve enfermedades que tienen cura. El índice se calcula para cada enfermedad y un promedio general. Su valor va de 0 a 100, donde los valores mayores representan mejor desempeño (menor mortalidad en esa enfermedad).
Los resultados para Argentina son: el valor general para las 30 enfermedades curables es de 67 sobre 100; en tanto que para la resolución de infecciones respiratorias de los pulmones (bronquitis y neumonías) el valor del índice es de 38. Por resolución de efectos adversos de los tratamientos médicos el valor del índice es de 41. "Como referencia, Chile tiene un valor general de 76 y en la capacidad de revertir estos dos factores de mortalidad sus valores son de 66 y 71, respectivamente. El desempeño del sistema de salud argentino en lo que se refiere a resolución de infecciones respiratorias y por la deficiente aplicación de los tratamientos médicos es más asimilable al de los países africanos, que son los últimos del ranking", se explica.

"Las causas están en las fallas de gestión originadas en reglas de organización que inducen al derroche y a la sistemática negación a medir resultados y rendir cuentas. En los hospitales públicos no hay reconocimiento ni penalidades según el desempeño del personal, por eso, prevalecen el ausentismo y la muy mala utilización de la infraestructura y los insumos. En el sistema de obras sociales se prometen servicios y tratamientos que no se cumplen debido a la cautividad de la población y a la falta de controles. En los seguros privados el mercado funciona de manera muy imperfecta por defectos regulatorios", considera el trabajo de IDESA.
Concluye con una reflexión sobre cómo cambiar esta realidad: "En el sector público, los resultados no van a mejorar insistiendo en construir más hospitales, contratando más médicos o comprando nuevo equipamiento. El gran desafío es cambiar la forma en que se remunera al personal para inducir a un mayor compromiso y aprovechamiento de la infraestructura con que se cuenta. En el sector de obras sociales y prepagas más competencia regulada induciría a actuar con mayor transparencia y compromiso con la calidad de atención".