Una investigación reveló que los divorcios llevados en malos términos hacen que los hijos sean más vulnerables a enfermedades cuyos efectos perduran hasta la edad adulta.
Cualquier ruptura de pareja es, en sí misma, un doloroso proceso no solo para quienes conforman la relación sentimental, sino en parte también para el entorno familiar y social. Es una acción que repercute más allá del vínculo conyugal, afectando principalmente a los hijos. Sin embargo, cuando el proceso de separación se lleva de manera problemática (en medio de riñas, amenazas, controversias por pensión alimenticia o separación de bienes, etc.) las consecuencias para los hijos menores pueden ser peores, generando secuelas que perduran incluso hasta su edad adulta.
Así lo señala un reciente estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS por sus siglas en inglés). Los divorcios y la salud de los hijos Para realizar dicho estudio, los investigadores seleccionaron a 201 personas adultas sanas con edades entre 18 y 55 años a quienes pusieron en cuarentena para ser expuestos a un virus de resfriado común. Así entonces, observaron su evolución durante cinco días.
Entre los voluntarios, quienes tenían padres divorciados o separados y habían cortado cualquier contacto durante años mostraron ser tres veces más propensos a enfermedades que los hijos de relaciones igualmente disueltas pero que habían mantenido comunicación en buenos términos y un trato amable.